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19 feb 2017

¿DE QUIEN TUVO TEMOR CAIN?






¿DE QUIEN TUVO TEMOR CAIN?
Por: Samuel Vila

Si Caín y Abel fueron los primeros hijos de Adán y Eva, ¿de quién tuvo temor Caín al decir cualquiera que me hallare me matará?

Desde el punto de vista de los predicadores evolucionistas la respuesta es fácil, ya que suponen que Adán no fue el primer hombre sobre la tierra. Pero nuestra respuesta es desde el punto de vista bíblico, y, en este caso, lo mismo que en la pregunta sobre ¿con quién se casó Caín?, la respuesta es el versículo 5 de este capítulo que dice que Adán tuvo hijos e hijas. Sabemos que habían pasado 130 años desde la creación de Adán, comparando Génesis 4:20 con este pasaje. Si Adán cumplió desde el primer año de su vida la orden divina de «creced y multiplicaos», pudo haber tenido muchos hijos y nietos en más de un siglo. Según este texto, Abel y Caín no fueron los únicos hijos de la primera pareja, como se piensa comúnmente.

La pregunta es, pues: ¿Por qué tenemos la historia de estos dos hijos de Adán con tanto detalle, y no aparecen sino por referencia todos los demás? Ya lo hemos indicado al hablar del Sacrificio Redentor, del que probablemente Dios enteró a Adán con más extensión de lo que parece. Caín y Abel son tipos representativos del hombre que obedece a Dios y del que trata de hacer las cosas a su manera, y por eso tenemos la historia del primer asesinato en el mundo, como un aleccionador ejemplo. En aquel primer siglo es seguro que todos los hijos de Adán se consideraban hermanos y no había habido ningún aten- tado terrorista.



Caín fue el primero en levantar su mano en contra un hermano, y este mismo hecho histórico es suficiente para el detalle con que nos es referido. Hebreos 11:4 nos amplía un poco la visión del carácter de Abel, como un hombre justo y temeroso de Dios, lo que hace más propio que su muerte alevosa haya quedado consignada en las Sagradas Escrituras. Caín temería, pues, de alguno de sus parientes que se habían esparcido sobre la tierra, aunque probablemente no muy lejos de Mesopotamia, y la misma impresión que debía producirle ver a su hermano inerte, tras haberle herido le inducía al temor de que a él le pudiera ocurrir lo mismo.
Acerca de la marca que Dios le puso se han hecho muchas hipótesis. Puesto que los hombres en aquel tiempo no sabían leer, no podía ser una prohibición escrita; por esto los exégetas del texto sagrado opinan que la marca era más bien una señal de una promesa de Dios para la propia seguridad del delincuente, que un mandato a sus contemporáneos. Del mismo modo que el arco-iris era una señal de la promesa de Dios para Noé de que no habría otro diluvio. Pero, ¿en qué consistía la propia señal? Los antiguos padres de la Iglesia dicen que la señal era un continuo temblor en todo su cuerpo, acompañado de un semblante atroz que daba a conocer la agitación de su conciencia. En tal caso la misma señal era un castigo para Caín.
La señal de Caín, fuera lo que fuera, era con todo una seguridad para el propio malhechor de que la sangre de su hermano no sería vengada inmediatamente, así Dios concedía al primer criminal un plazo para un posible arrepentimiento y perdón mediante el prometido Redentor, simbolizado por el mandato de sacrificios sangrientos. Esto sin duda expresa el ver. 7. Muchos exégetas entienden: «El que lleva el pecado» en esta enigmática expresión. Dios no podía decirlo claramente a Caín antes de cometer su crimen para no alentarlo al mismo, pero nos lo da a en- tender a nosotros; que aun para el primer homicida habría habido perdón, como lo ha habido para millares de criminales que se han arrepentido a través de los siglos y se han acogido a la muerte redentora de Jesucristo. Debemos tener en cuenta que en aquellos tiempos los hombres tendrían absoluta fe en que el Ser misterioso que había tratado con el patriarca Adán como una teofanía visible, era poderosísimo y su palabra se cumplía. Pero una cosa es fe y otra obediencia. Todo el relato muestra que Caín tenía fe en Dios, pero como la de los demonios; en cambio, Abel tenía una fe obediente. Por esto, en Hebreos 11, nos es puesto como un ejemplo de fe.


En la Biblia traducida por Petisco-Torres Amat hallamos la siguiente nota: «Los padres creen que esta señal fue un temblor de todo su cuerpo acompañado de un semblante atroz, que daba a conocer la agitación de su conciencia.» (La Sagrada Biblia, pág. 7, nota 15.)

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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