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8 mar 2017

CASTIGO DEL AMO


CASTIGO DEL AMO
Por: Samuel Vila

«Y si alguno hiriese a su siervo, o a su sierva, con palo, y muriere bajo de su mano, mas si durare por un día o dos, no será castigado, porque su dinero es.» (Éxodo 21:20, 21.)

¿Cómo entenderemos este texto? ¿No expresa una flagrante injusticia? Para la ética cristiana sí. Pero debemos tener presente que se trata de una ley nacional para un pueblo que acaba de salir de la esclavitud del país más civilizado del  mundo de entonces, siendo este precepto divino muy superior a los vigentes entre las gentes bárbaras de aquellos tiempos. Nada importaba al esclavista civilizado o bárbaro «amo absoluto de vida y hacienda» de su siervo, matar con palo al siervo desobediente. Ninguna ley le protegía. El esclavo era para el amo de entonces como el soldado para el militarista de hoy: «carne de cañón». Los esclavos eran en aquel tiempo substitutos de máquinas. «Se llena la mente de horror al pensar en los millares de presos de guerra, reducidos a esclavitud, y en los de trabajos forzados que hubieron de morir bajo los golpes de los capataces», dice un escritor.

Mucha gente prefería la muerte a los horrores de la esclavitud.» ¡Qué bendición divina era, pues, una ley como ésta que establece el justo castigo para quien mate con palo a su siervo, y esto según juzgasen los árbitros o jueces (vers. 22, 23 y 26). Respecto a «si durare por un día o dos no será castigado porque su dinero es», se ve por el contexto que la idea es que si el apaleado no muere en el acto, sino que sobrevive, el dueño irascible no será castigado de muerte, como declara el versículo 23, ley también bastante dura. El amo israelita, cuando castigaba a un esclavo, tenía que cuidarse muy mucho dónde pegaba, y no causarle a su siervo ninguna herida mortal, pues iba en ello su propia vida, pero si el siervo moría tres días después, podía deducirse que el amo no había pegado en ninguna parte vital, no era culpado de asesinato, pero la pérdida del esclavo sería su castigo. Había perdido a su siervo, educado en su hogar y que muchas veces era querido casi como un hijo. Esta ley israelita resultaba muy beneficiosa y favorable a los esclavos, para la civilización de aquellos tiempos.

En nuestros días, a causa de la ética superior que trajo al mundo la doctrina de Cristo que nos manda hacer a los demás lo que quisiéramos se hiciera con nosotros, y ordena amar aun a nuestros mismos enemigos, ha sido abolida la esclavitud. No debemos olvidar que fue la conciencia cristiana de los primeros siglos que originó la abolición de la esclavitud en la sociedad greco-romana, aun cuando más tarde fue casi restaurada bajo el dominio godo por el feudalismo, cuando degeneró el cristianismo en un sistema de rituales externos en la Edad Media, y por último volvió a ser establecida con la raza negra. Los verdaderos cristianos, nacidos de nuevo, siempre estuvieron en contra de semejante iniquidad.

Cristianos fervorosos fueron Livingstone, Wilberforce, Abraham Lincoln, y en nuestros días Martin Lutero King, que combatió, no ya la esclavitud, pero sí la segregación y la diferencia de clases, y tal ha sido el caso con la mayor parte de los hombres que se han esforzado en favor de la libertad y de los derechos humanos. Hoy día, en las naciones más avanzadas en moralidad, está prohibida la tortura y el maltrato aun de los delincuentes, llegando al otro extremo de benevolencia que ha contribuido a fomentar la criminalidad y el terrorismo; tal es el corazón humano. Pero debemos hacernos cargo de lo diferentes que eran las condiciones de vida en los tiempos de Moisés, cuyas leyes tenían que acomodarse a las leyes y civilización de aquellos tiempos; de otro modo nadie las hubiera respetado por ser demasiado diferentes a las costumbres establecidas.


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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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