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29 ago 2015

Conceptos Erróneos sobre el Cristianismo en el debate de la Homosexualidad




El debate de la homosexualidad versus el Cristianismo se tiende a volver tan y tan volátil y emocional, que es difícil escuchar de parte y parte las posturas que tiene el otro. En el discurso, se mal representan argumentos de ambos lados y se forman conceptos erróneos de lo que se cree en el tema.


Aquí algunos conceptos erróneos que se tienen sobre la postura Cristiana en el tema de la homosexualidad.

#1 – “Los Cristianos son intolerantes.”

En este punto vale la pena hacer una distinción muy, muy importante: tolerar no es lo mismo que estar de acuerdo. Por lo general, se confunde el hecho de que los Cristianos no estamos de acuerdo con la homosexualidad con el hecho de que se tolere la homosexualidad.

Por definición, para poder ser tolerante a una postura, hay que estar en desacuerdo con ella. La tolerancia es respetar y entender una postura con la cual no estás de acuerdo. Sin embargo, muchas veces lo que se quiere es que el Cristiano esté de acuerdo con la homosexualidad, porque si no lo está es intolerante. Esto no es así. Si no se está de acuerdo con la homosexualidad, se está en desacuerdo con ella – y esto no necesariamente implica intolerancia.

#2 – “Los Cristianos quieren meter a Dios en mi cama.”

Sencillamente, esto no es cierto.

Lo que se hace en privado es responsabilidad de quién (o quiénes) lo llevan a cabo y es a su discreción. Si somos sinceros, lo que ocurre en la privacidad de los cuartos es entre esa(s) persona(s) y Dios. No somos quienes para dictar qué se debe hacer a puerta cerrada. Si Dios nos dio libre albedrío, entonces no somos más que Dios para quitarlo.

Ahora bien, una cosa es que hagas lo que piensas que está bien en tu casa y otra es ir al gobierno y obligar a otros a aceptarlo como correcto y que estén de acuerdo con lo que se hace.

Imagina que estás en la fila de un restaurante de comida rápida. Una cosa es que te guste la hamburguesa con mayonesa y otra es que llames al gerente del lugar y decirle que todos los que estén en el establecimiento tienen que gustarle la hamburguesa con mayonesa – y que si no, tienen que abandonar el establecimiento.

No queremos meter a Dios en la cama de nadie. Queremos poder estar en desacuerdo con la selección de hamburguesa que hacen y que no nos metan presos
.
#3 – “Los Cristianos me quieren quitar mi derecho a amar/casarme con quien yo quiera.”

Literalmente, los Cristianos no quieren quitarle el derecho a nadie de nada. Como ciudadanos y seres humanos, tenemos unos derechos que nadie los puede quitar. Lo interesante aquí es que entender que una licencia matrimonial no es un derecho – es un privilegio que el estado otorga a quienes cumplen ciertos criterios.

Es como la licencia de conducir. La licencia de conducir no es un derecho, es un privilegio que gozan aquellos que cumplen los requisitos por el estado para tenerla. Creo que muchos se levantarían en contra de un movimiento que busque otorgarle licencias de conducir a personas ciegas, diciendo que es su derecho tener licencia de conducir – a pesar de que no cumplen los requisitos.

Por lo tanto, la situación que enfrentan las personas homosexuales no tiene que ver con derechos. Tiene que ver con los requisitos del estado para otorgar la licencia del matrimonio, entre los cuales está la definición de matrimonio: que es una unión de un hombre y una mujer.

Decir que estamos abogando para quitarle derechos a alguien es, sencillamente, falso.

#4 – “Los Cristianos violan el mandato de Jesús a no juzgar.”

Siempre ha sido interesantísimo el hecho de que, para los opositores del Cristianismo, la Biblia es falsa – salvo por un versículo: el que dice “No juzguéis“

Sin embargo, el juicio que Jesús condena es el que se hace hipócritamente. En otras palabras: no se puede juzgar en contra de algo de lo cual eres culpable. Por lo tanto, Jesús – una de las personas más intolerantes del pecado que jamás existió – no nos dice que NO juzguemos. Nos dice que juzguemos con justo juicio (Juan 7:24) y con amor (Colosenses 4:6).

Lo que sucede es que muchas personas se olvidan que el mandato de Jesús es para jugar el pecado, no a la persona. Muchos piensan que cuando el Cristianismo dice que la homosexualidad es pecado, se le está juzgando como persona – pero no es así (por lo menos, no debe serlo). Como se mencionó antes, entendemos por qué las persona homosexuales podrían pensar que están siendo atacados personalmente. Muchas personas homosexuales entienden que estas tendencias son las que los definen – que esas tendencias llegan a lo profundo de su ser. Por lo tanto, cuando alguien cuestiona el comportamiento homosexual, ellos lo pueden tomar como un ataque dirigido al centro de quiénes ellos son. Es importante entender que, por lo general, esta no es la intención de la persona que está en desacuerdo con la conducta homosexual, aunque así sea percibido.

Los Cristianos creemos que los seres humanos somos más que nuestros impulsos sexuales. Entendemos que la dignidad humana se disminuye cuando nos definimos por nuestros comportamientos e impulsos sexuales.

Después de todo, los Cristianos también podrían decir que los que argumentan a favor de la homosexualidad también son intolerantes y discriminantes con los Cristianos por intentar cambiar una convicción que llega hasta lo más profundo de nuestro ser como Cristianos. Sin embargo, no decimos que son intolerantes y discriminantes. ¿Por qué? Porque entendemos que esa no es la intención. Además, es erróneo pensar que es nuestra intención atacar a una persona homosexual – o, peor, que queremos hacerles daño – sólo porque estamos en desacuerdo con su conducta.

Obviamente, hay personas que se llaman Cristianas e iglesias que hacen que este escrito sea necesario para corregir lo que sus acciones han hecho (la iglesia de Wesboro viene a la mente). Sin embargo, en un sentido general, el Cristianismo bíblico – modelado a la estatura de Jesús – valora a la persona más que sus acciones (Juan 8:2-11). Esto provoca que el amor de Dios, expresado en Jesús, cambie nuestra naturaleza de pecado y podamos vivir dignos de ser llamados Hijos de Dios.

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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