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17 jul 2014

Descubriendo al lobo rapaz

Descubriendo al lobo rapaz
Por: Dr. Félix Muñoz
“No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas?’. Entonces yo les declararé: ‘Nunca les he conocido. ¡Apártense de mí, obradores de maldad!’ “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la peña. Y cayó la lluvia, vinieron torrentes, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa. Pero ella no se derrumbó, porque se había fundado sobre la peña. “Pero todo el que me oye estas palabras y no las hace, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. Cayó la lluvia, vinieron torrentes, y soplaron vientos, y azotaron contra aquella casa. Y se derrumbó, y fue grande su ruina”. - Mt 7:21-27 (BMH)".



La fe que dice y no hace es hipócrita. Bíblicamente, fe y obediencia son dos caras de la misma moneda; las dos son incluyentes, no excluyentes. La fe salvífica jamás dejará de producir el fruto de las buenas obras. La espectacularidad y el sensacionalismo ponen su confianza en las buenas obras. La verdadera espiritualidad deposita su confianza en el señorío de Jesús. Por ello la afirmación divinamente paralela: ¿Por qué me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que digo? - Lc 6:46.

En tales tiempos los rabinos debatían entre qué era más importante: ¿oír o cumplir la ley? La mayoría pensaba que el oír era más importante, porque uno podía cumplir la ley sin oírla. Pero insistían en que los dos aspectos eran importantes. La idea de ser juzgados por oír y no obedecer les era familiar (Eze. 33:32). Jesús hace sobresalir que lo importante es hacer y no quedarse en el oír. Hay dos inclinaciones en la fe, la pasiva y la activa, el oidor pasivo es aquel que escucha y no hace nada al respecto, el activo, es aquel que oye y presta atención a los principios de aplicación buscando con ello aplicar el contenido. El activo comprende que la voluntad de Dios y la obediencia a la misma es lo primero.



Jesús hace una alerta contra el autoengaño, una mera profesión verbal de fe, sin obediencia a la voluntad de Dios. Es posible que hasta una persona que se engaña a si misma pueda ejercer un ministerio espectacular, usando la autoridad de las Escrituras y el nombre de Jesús, sin caminar por la senda del discipulado obediente. Por ello es que Cristo hace mención (vv. 16 y 20) Que "Por sus frutos los conoceréis" del griego (apo tön karpön autön epignösesthe). «En base a sus frutos los reconoceréis.» El verbo «conocer» (ginöskö) tiene prefijado el término epi, "conocer totalmente".  Es decir, todo aquel que obre a favor del nombre de Cristo, utilizando la Palabra de Dios como la fuente de sus acciones inadecuadas, serán conocidos totalmente. Las acciones hablan más que las palabras.

Tales auto engañados afirmaran "¿No profetizamos en tu nombre?" en el griego (ou töi söi onomati eprophëteusamen;). El empleo de "ou" en la pregunta manifiesta la expectativa de una respuesta afirmativa. Afirman haber profetizado (predicado) en nombre de Cristo, y haber hecho muchos milagros. Pero Jesús desgarrará el vestido de oveja y dejará a descubierto el lobo rapaz. Por ello es usada por Cristo la afirmación "Nunca os conocí" (oudepote egnön hümäs). Es decir: "Nunca tuve conocimiento de vosotros" esto se trata de un conocimiento experimental. El éxito, tal como el mundo lo considera, no constituye un criterio del conocimiento que uno tenga de Cristo y la relación que se tenga con Él. Cristo expresa "Yo les profesaré a ellos" o "les diré" (homologëso autois), la misma palabra empleada de la profesión o confesión de Cristo delante de los hombres (Mt. 10:32). Esta palabra la empleará Jesús para el anuncio público y abierto de su condenación en el gran juicio del trono blanco.



Cristo con esto hace distinción entre un discipulo verdadero y uno falso (cf. Lc 13:24; 6:43-46; 13:25-27; 6:47-49). Estos cuatro contrastes entre lo verdadero y lo falso concluyen el discurso según el contexto inmediato. La división entre lo verdadero y lo falso se hace en puntos diferentes de las cuatro escenas, de manera que todo el complejo forma una base penetrante para la autoevaluación.

Primero (vv.13, 14), dan un franco contraste entre los que son salvos y los perdidos; las dos puertas y los dos caminos conducen respectivamente a la perdición y a la vida. El verdadero discipulado es una posición de minorías, es un asunto de deliberadamente tomar la opción de no andar con la corriente, sino que es un asunto de vida o muerte.

Segundo (vv.15-20), sigue una división más sutil, que cae dentro del grupo de los que profesan ser discípulos. Los falsos profetas se presentan como aquellos que pertenecen al grupo (están vestidos de ovejas), sin embargo, su intención es destruir (lobos rapaces). Así que no toda la supuesta profecía puede aceptarse según su apariencia; debe ser probada. La prueba no es lo que dice el profeta sino su fruto. El significado de fruto no se especifica, pero la metáfora ocurre varias veces en Mateo para indicar una conducta que es genuinamente agradable a Dios (cf. 3:8-10; 12:33-37; 21:43).

Tercero (vv.21-23), y merecedores de mayor escrutinio, se nos presentan a aquellos que aparentemente se creen discípulos genuinos y que apelan a sus actividades carismáticas para comprobarlo, pero que resultan no tener una verdadera relación con el Señor ante quien apelan. Los profetas falsos del v.15 eran engañadores, pero éstos se engañan a sí mismos. Su aceptación no depende de su profesión, ni siquiera de su aparente actividad cristiana, sino de si Jesús los conoce. Nótese la extraordinaria autoridad que él asume como juez; entrar al reino de los cielos depende de su reconocimiento y consiste en estar con él.

Finalmente (vv.24-27), sale otra división basada en la conducta. Tanto los prudentes como los insensatos se describen como el que oye mis palabras; la diferencia está en hacerlas (cf. el fruto de los vv. 16-20). Además, esta división abarca a los que pertenecen al círculo de Jesús. Toda esta sección final del discurso nos deja incómodos ante la demanda de considerar no sólo lo que profesamos, sino si se basa en una relación genuina con Jesús que resulta en una vida de verdadero discípulo.

Los falsos profetas son conocidos tanto en el AT como el NT. Cf. Deut 13:1-5; Jer 23:9-32; Mat 24:11, 24; 1 Jn 4:1-3. El Señor "kyrios", hasta aquí usado sólo como un título para Dios. En el vocabulario diario gr. era un término normal para saludar cortésmente y así se usa comúnmente en los Evangelios. Se usa claramente como una señal de lealtad, aun de adoración. En aquel día se refiere al juicio final. Tales falsos tendrán su paga, por el juez supremo.














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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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