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23 sept 2015

¿Ojo por ojo?

“Pero si hubiera algún otro daño, entonces pondrás como castigo, vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”, Éxodo 21:23-25
¿Alguna vez has considerado por qué las películas de revancha son tan populares? Así como Gladiador,Corazón valienteBúsqueda implacable. Creo que estas películas son populares porque, en el fondo, cada uno de nosotros tiene un deseo innato por la justicia. Ahora bien, debido a nuestra naturaleza pecaminosa, el deseo por la justicia puede conducirnos fácilmente a la revancha, y esto nos puede llevar hacia un ciclo interminable de venganza. Como nuestro creador, Dios está consciente de esta realidad, por lo que en este texto de Éxodo 21, Él proveyó de un estándar de justicia que limitara la sed de venganza.


El contexto del Antiguo Testamento: El pacto Mosaico (Éxodo 19-24)

Cuando Dios llevó a Israel al Monte Sinaí y les reveló los términos de Su pacto en Éxodo 19-24, Él primero resumió Sus expectativas en diez palabras, lo que conocemos como los Diez Mandamientos (Éxodo 20:17). Dios luego explicó a gran detalle lo que esperaba de Su pueblo Israel (Éxodo 20:2221:1). Uno de los principios que Dios explica es la ley de la justicia equitativa. Conocemos este principio como, “ojo por ojo”, y también lo encontramos en Levítico 24:20 y Deuteronomio 19:21.



Desafortunadamente, esta ley de justicia equitativa ha sido aplicada y entendida de forma errónea. En vez de servir como la base de la justicia, ha sido utilizada como la base de la venganza. Jesús expone la mal aplicación de los fariseos de este principio en Mateo 5:38. Los fariseos habían pervertido este principio al utilizarlo como el fundamento de la venganza personal. “Si me haces X cosa a mí, ¡entonces tengo el derecho de hacerte X cosa a ti!”. Cuando el principio es entendido y aplicado de forma errónea, puede convertirse en una excusa para demandar nuestro derecho personal para hacer a otros lo que entendemos que ellos nos han hecho en primer lugar.

El principio del Antiguo Testamento: Ojo por ojo (Éxodo 21:23-25)

El contexto específico de la ley de la justicia equitativa en Éxodo 21:23-25 concierne a unos hombres involucrados en un altercado físico y que, accidentalmente, hieren a una mujer encinta. Si la mujer y el bebé resultaban ilesos, el hombre que la hirió debía pagar una multa propuesta por su marido y determinada por un juez (v. 22). No obstante, si había daños, ya sea contra la mujer o el bebé o contra ambos, entonces el pago es (v. 23):
  • Vida por vida
  • Ojo por ojo
  • Diente por diente
  • Mano por mano
  • Pie por pie
  • Quemadura por quemadura
  • Herida por herida
  • Golpe por golpe
Es evidente que la intención de la ley es proveer justicia equitativa. En términos modernos, podríamos decir que el punto de la ley es asegurarse de que el castigo sea adecuado al crimen. Tal principio tiene el propósito de proveer justicia, tanto para el inocente como para el culpable. Por ejemplo, en el caso de una mujer que pierde a su bebé por causa de la riña de dos hombres, el esposo puede ser tentado a establecer una multa exorbitante. O, si la parte culpable es extremadamente rica, puede evadir la justicia al pagar una multa sin que esta afecte su bolsillo. La ley de la justicia equitativa toma el veredicto de las manos de las partes involucradas y la pone en las manos de un tercero: un juez. Aunque el marido proponga una multa, el juez determina la cantidad.


El principio para hoy: perdón y tolerancia (Mateo 5:38-42)

El principio de la justicia equitativa (ojo por ojo) no es la base para ejecutar venganza, sino una guía para llevar a cabo la justicia equitativa. Este principio quita la justicia de nuestras manos y la pone en las manos de un juez tercero, quien ha de asegurarse de que el castigo sea adecuado a la transgresión. Tal principio protege a la victima de buscar revancha, ya que asegura que la justicia será llevada a cabo. Y también protege a la parte culpable, ya que asegura que el castigo será adecuado al crimen: ni más, ni menos.

No podemos concluir aquí. El principio de la justicia equitativa expone el hecho de que todos nosotros hemos ofendido a un Dios santo y que nuestro castigo debe ser adecuado a nuestra transgresión. La paga por pecar en contra de un Dios santo es la pena de muerte. Pero el evangelio nos recuerda que Jesús, la única persona inocente y sin pecado, pagó la penalidad por nuestro pecado (vida por vida) al sufrir y morir en la cruz como un criminal. Todo aquel que reconoce su pecado y culpabilidad puede renunciar a su pecado y voltear a Cristo en fe para recibir el perdón por sus transgresiones. Todo aquel que se arrepiente de sus pecados y cree en Jesucristo experimenta la realidad de la satisfacción de la justicia de Dios en la muerte de Cristo.

Debido a que hemos sido perdonados, nosotros también podemos vivir una vida caracterizada por el perdón hacia otros. En otras palabras, la justicia equitativa de Dios al castigar nuestros pecados en Jesús nos libera de buscar venganza contra aquellos que pecan en nuestra contra (Mateo 5:38-42). No necesitamos devolver mal por mal o injuria por injuria; al contrario, somos llamados a bendecir a aquellos que nos persiguen, demostrando así que somos hijos de Dios que recibirán su herencia porvenir (1 Pedro 3:8-17).

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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