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14 nov 2014

Dios y la Sexualidad Humana

Dios y la Sexualidad Humana 
por Dave Miller, Ph.D.

¿Existe Dios? Existe evidencia suficiente para garantizar la siguiente conclusión: “Sí, yo sé que Dios existe”. ¿Nos ha hablado Dios? Otra vez, existe evidencia suficiente para probar que el libro que llamamos la Biblia es Su Palabra autoritativa, inspirada, infalible e inerrante. Ya que Dios existe, y ya que Él nos ha dado Su voluntad divina en una forma escrita, se debe gobernar las elecciones morales y el comportamiento humano por medio de esa voluntad revelada.

¿Cuál es la voluntad de Dios concerniente a la sexualidad humana? Esa voluntad se demostró originalmente en la creación de los primeros seres humanos: “Varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). La decisión de Dios de crear una compañera femenina para el hombre no fue casual. La mujer reunía extraordinariamente tres criterios esenciales: 

1) se necesitaba una compañía para el hombre (“No es bueno que el hombre esté solo” [Génesis 2:18]); 
2) se necesitaba una ayuda idónea para él (Génesis 2:18,20); y 
3) la raza humana debía perpetuarse a través de la unión sexual (Génesis 1:28). 


Jesús y Pablo reiteraron este mismo entendimiento (Mateo 19:4-6; 1 Corintios 7:2). Así que la mujer era: 

a) el antídoto divino para la soledad de Adán; 
b) una ayuda idónea para él; y 
c) el medio de propagación de la raza humana. Aquí vemos el arreglo divino para la especie humana.

Poco después que Dios puso en movimiento el orden de la creación—lo cual había calificado como “bueno en gran manera” (Génesis 1:31)—el hombre comenzó a desechar la voluntad divina y alteró las intenciones originales de Dios concernientes a la sexualidad humana. Lamec introdujo la poligamia al mundo (Génesis 4:19). Dios pudo haber creado dos mujeres para Adán, pero no lo hizo. En cambio, hizo a un hombre para una mujer y para toda la vida. Esa es la voluntad divina.

La segunda desviación de la voluntad divina concerniente a la sexualidad humana que se registra en la Biblia es la escena imprudente en la cual Abraham permitió que Faraón tomara a su esposa Sara (Génesis 12:10-12). Ese incidente fue seguido por la determinación de Sara para ofrecer a Agar como el medio por el cual pudiera tener un hijo (Génesis 16:1-16). Ambas acciones obviamente fueron contrarias al ideal de Dios en cuanto al comportamiento sexual sano y normal.
El siguiente caso es Génesis 19:

Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche. Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron. Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado. Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta. Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta. Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta (Génesis 19:1-11).

Moisés ya había descrito a los habitantes de Sodoma como “malos y pecadores contra Jehová en gran manera” (Génesis 13:13). Dios mismo declaró que su pecado “se ha agravado en extremo” (Génesis 18:20). La actividad específica descrita en Génesis 19 implicaba el deseo de los varones de Sodoma por “conocer” a los dos visitantes de Lot. El término hebreo yada se usa como un eufemismo para denotar una relación sexual (cf. Génesis 4:1; 19:8; Números 31:17,35; Jueces 11:39; 21:11).


Vea que el crimen que se condenó en este pasaje no fue el hecho que los sodomitas estaban siendo violentos y estaban forzando a alguien a hacer algo en contra de su voluntad (vea Miller, 2002). Judas clarificó esto al identificar el pecado de los sodomitas como “habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza” (vs. 7). Pedro secundó el mismo pensamiento:

[Y] si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores (2 Pedro 2:6-10; cf. Jeremías 23:14).

El término “sodomía” en el castellano tiene su origen en la actividad sexual que se practicaba en Sodoma. El Diccionario del Patrimonio Americano (American Heritage Dictionary) define “sodomía” como “[c]ualquiera de las diferentes formas de relación sexual consideradas como innaturales o anormales, especialmente la relación anal o el bestialismo” (2000, p. 1651). Realmente nos recuerda a nuestra condición actual el hecho que cuando Lot pidió a los sodomitas que no hicieran “tal maldad”, los hombres le acusaron de ser sentencioso (Génesis 19:9; cf. Deuteronomio 23:17,18).

Además del periodo histórico pre-mosaico, Dios clarificó Su voluntad sobre este asunto cuando entregó la Ley de Moisés. En un capítulo que aborda casi completamente las regulaciones sexuales, Sus palabras son explícitas e inconfundibles.

No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión. En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores. Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros (porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada); no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros. Porque cualquiera que hiciere alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren serán cortadas de entre su pueblo. Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios (Levítico 18:22-30)... Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre (Levítico 20:13).

Estos mandamientos realmente son difíciles de malentender

Jueces 19 también presenta otro relato gráfico durante el periodo de los jueces, el cual era un tiempo de depravación y decadencia espiritual y moral—las “Edades Oscuras” de la historia judía. Muchos hombres perversos rodearon la casa donde algunos viajeros se habían refugiado por la noche. Como en Sodoma, ellos quisieron “conocer” al hombre que se hospedaba en la casa (Jueces 19:22). Así como Lot, el anfitrión supo exactamente lo que ellos querían decir, como es evidente por el hecho que también les ofreció una alternativa sexual (la cual Dios realmente no aprobaba). El deseo sexual de estos hombres fue calificado como “mal”, “maldad”, “infamia”, “crimen” y “abominación” (Jueces 19:23,24; 20:3,6,10,12,13).

Durante el periodo de los reyes, Josías instituyó reformas morales y religiosas arrolladoras. Estas incluían la destrucción de los hogares de los sodomitas (2 Reyes 23:7).

El Nuevo Testamento es igualmente definitivo en su condenación inflexible e incuestionable de la actividad sexual ilícita. Pablo resumió el comportamiento “impío” de las naciones gentiles y declaró:

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican (Romanos 1:26-32).

Este pasaje usa términos griegos que los eruditos lingüísticos definen como “deseo prohibido”, “impureza”, “vicio innatural”, “pasiones vergonzosas”, “actividades contra naturaleza” e “individuos del mismo sexo que se encienden en deseos sensuales y sexuales entre ellos” (Arndt y Gingrich, 1957, pp. 28,118,119,240,583,877). A Dios no solamente le desagrada los que participan en tal comportamiento, sino el versículo 32 indica que a Él también le desagrada aquellos que “simplemente” apoyan tal conducta—aunque ellos mismos no se comprometan en tal actividad. A la iglesia en Corintio, Pablo preguntó:

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Corintios 6:9-11).

La palabra griega traducida como “afeminados” es un uso metafórico de un término que literalmente significa “suave” y, cuando se usa para designar a la gente, hace referencia a los varones que permiten que otros varones los usen sexualmente. Otra vez, los lexicógrafos aplican el término a la persona que es un “esbirro”, i.e., un varón que somete su cuerpo a otro varón para realizar obscenidades innaturales (i.e., homosexualidad) [Thayer, 1977, p. 387; Arndt y Gingrich, p. 489].

El término “sodomita” (“los que se echan con varones” en la VRV) es una traducción del término arsenokoitai. Viene de dos palabras: arsein (un varón) y koitei (una cama), y hace referencia a alguien que se compromete en relaciones sexuales con un hombre así como con una mujer (Thayer, p. 75). Pablo usó el mismo término cuando escribió a Timoteo e identificó a algunos comportamientos que se “oponen a la sana doctrina” y que son características de alguien que no es “recto” (1 Timoteo 1:9,10).

Cuando Pablo dijo, “Y esto erais algunos”, él probó no solamente que los que se involucran en tales actividades pueden ser perdonados, sino que pueden cesar de hacer tales actividades. Estamos forzados a concluir que la actividad sexual entre personas del mismo sexo no es un asunto genético; es un fenómeno decomportamiento asociado grandemente con los factores ambientales.

El sexo ilícito es solamente una desviación más de la voluntad de Dios que la civilización americana está enfrentando. Dios calificó todas las desviaciones de Su voluntad concerniente a las relaciones sexuales como “fornicación”. El término griego, porneia, es un término amplio que cubre toda relación sexual ilícita, incluyendo el adulterio, el incesto, el bestialismo, la bigamia, la poligamia, la bisexualidad, la necrofilia y muchas más. Nuestra sociedad “loca por el sexo” es tan promiscua, y está tan apartada del enfoque divino de la sexualidad humana, que nuestras escuelas públicas consideran apropiado enseñar a los jóvenes que simplemente “tomen precauciones” cuando se comprometan en aventuras sexuales fuera del matrimonio. Pero Dios nunca animó a la gente a practicar el “sexo seguro”. En cambio, enseñó a la gente a ejercer el auto-control, la auto-disciplina y la responsabilidad moral. La Biblia enseña que no debemos ser auto-indulgentes. Debemos contenernos y controlar nuestros deseos sexuales según la voluntad de Dios.

Animar a los jóvenes a que “tomen precauciones” solo les anima a cometer actos ilícitos adicionales. Esto fomenta la promiscuidad. Contribuye a un aumento—no a una disminución—en las estadísticas de embarazos y enfermedades transmitidas sexualmente. A pesar de varias décadas de educación sexual en las escuelas, y la promoción del así llamado “sexo seguro”, las estadísticas nos informan que en los próximos treinta días, 83,850 jóvenes no casadas quedarán embarazadas en los Estados Unidos (“Teens in Crisis”, 2001, p. 1). El enfoque de la gente liberal en este país concerniente a este tema no ha funcionado. De hecho, el problema ha llegado a ser peor.

La definición bíblica del “sexo seguro” es la relación sexual que está limitada al matrimonio escritural divinamente autorizado. La profundidad a la cual nuestro país [los Estados Unidos—MP] ha caído moralmente se puede ver en el hecho que es legal que los funcionarios de colegios públicos distribuyan condones a los estudiantes, pero esilegal distribuir Biblias o enseñar principios bíblicos. Ha llegado el tiempo que nuestra nación se levante. Ha llegado el tiempo de enfrentar el hecho que la libertad requiere limitación. Los derechos requieren responsabilidad personal. La gente debe admitir la responsabilidad de sus elecciones y aceptar las consecuencias de sus propias acciones. Pablo declaró, “Huid de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Él no dijo, ¡“comprometeos en fornicación ‘segura’”! No existe tal cosa como pecado “seguro” o inmoralidad “segura”. Dios dijo que las personas deben huir de la fornicación, resistirla y rechazarla. Pablo dijo a un joven, “Consérvate puro” (1 Timoteo 5:22). El escritor de Hebreos insistió que el lecho matrimonial debe mantenerse “sin mancilla... [A] los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13:4). Pablo dijo que no debe haber ni siquiera una insinuación de inmoralidad sexual entre los cristianos (Efesios 5:3).

Por favor entienda que Dios ama a todos los pecadores—sin tener en cuenta los pecados específicos que hayan cometido. El cristiano fiel hará lo mismo. Pero es imprescindible que nos ocupemos en advertir acerca de la voluntad de Dios a aquellos que están involucrados en pecados sexuales, esforzándonos para “arrebatarlos del fuego” (Judas 23), “salvar de muerte un alma, y cubrir multitud de pecados” (Santiago 5:20).

CONCLUSIÓN

El pecado sexual indudablemente quedará grabado en la historia como uno de los contribuyentes principales del deterioro, la decadencia y la caída moral y espiritual de la sociedad norteamericana. Nos preguntamos cuánto tiempo más puede continuar este comportamiento inmoral en nuestra tierra antes que Dios visite “su maldad sobre ella, y la tierra” vomite “sus moradores” (Levítico 18:25). Dios ha destruido finalmente a toda sociedad en la historia humana que ha seguido este curso hacia la depravación moral y espiritual. Realmente, a la luz de la confusión moral presente, nuestra sociedad no puede continuar sobreviviendo indefinidamente en el futuro—a menos que Dios se haya arrepentido por castigar a Sodoma y a Gomorra.









REFERENCIAS

American Heritage Dictionary of the English Language (2000), (Boston, MA: Houghton Mifflin), cuarta edición.

Arndt, William y F.W. Gingrich (1957), A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature (Chicago, IL: University of Chicago Press).

Miller, Dave (2002), “Sodom—Inhospitality or Homosexuality?,” Reason & Revelation, 22:41-42, November.

Thayer, J.H. (1962 reimpresión), A Greek-English Lexicon of the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker).

“Teens in Crisis” (2001), Teen Help (Las Vegas, NV: World Wide Association of Specialty Programs and Schools).

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