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23 ago 2015

Un analizis contextual a Hechos 2:3-4: "Lenguas como de fuego"

Un analizis contextual a Hechos 2:3-4: 

"Lenguas como de fuego"

Por: Dr. Félix Muñoz

"y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen - Hch 2:3-4 (RVR)".


En relacion al fuego, historico culturalmente hablando, los judios asociaban el derramamiento del Espiritu con el fin d elos tiempos (Hech. 1:6), y algunas manifestaciones que Dios dio en el dia de Pentecostes indicaban que en cierto modo, a pesar de que el reino no estaba consumado todavia (Hech. 1:6-7), sus poderes habian sido indicados por la primera venida del Mesias (Hech. 2:7). Dios derramaba su gloria en cada tabernaculo en el que decidia morar antes del exilio (Ex. 40:34-35, 1 Rey 8:10-11). No obstante, el fuego era utilizado para describir el juicio inminente de Dios ene l dia de su ira y por lo anto podia servir como una manifestacion futuristica (Is 66:15) Otros han establecido paralelos con el fuego en el Sinai cuando Dios entrego la Ley (Ex. 19:18) o con el uso del mismo en la purificacion de metales. 

Lexico sintacticamente. Al usar la palabra "Repartiéndose" del Gr.(diamerizomenai), es un antiguo verbo, que significa partirse en medio, cortar en trozos como un 
carnicero lo hace con la carne (Lc. 11:17ss.). Así que la voz media aquí daría el sentido de partiéndose a sí mismas, o distribuyéndose. La voz pasiva sería «siendo distribuida». La voz media es probablemente correcta y significa que «la apariencia ígnea se presentó primero, por así decirlo, en una sola masa, y luego, repentinamente, se dividió en cada dirección, de modo que una parte se posó sobre cada uno de los presentes». La idea no es que cada lengua estuviera partida, sino que cada lengua separada parecía fuego, no fuego real, sino pareciéndolo del Gr. (hösei, como si). 



La señal audible va seguida de otra visible. «El fuego siempre había sido, para los judíos, el símbolo de la presencia divina (cf. Éx. 3:2; Dt. 5:4). Ningún símbolo podría ser más apropiado para expresar la energía purificadora y afinadora del Espíritu» (Furneaux). El Bautista había predicho un bautismo en el Espíritu Santo que sería administrado por el Mesías (Mt. 3:11). Se posaron del Gr. (ekathisen). En realidad, en el original el verbo está en singular, aunque öpthësan (aparecieron) está en plural con lenguas (glössai). Una lengua que parecía de fuego se posó sobre cada uno de ellos. Esto demuestra la actividad en el lenguaje el cual no provenia d eintelecto humano, sino mas bien el don de Dios dado a ellos de forma activa, los llevo a tal manifestacion inteligente.


Por ello en el (v.4) sigue que hablaron en otras lenguas del Gr. (heterais glössais). El original mismo define que eran diferentes a sus lenguas nativas. Cada uno de ellos comenzó a hablar en una lengua que no había aprendido y que era, sin embargo, una lengua real y comprendida por los de las varias tierras que estuvieran familiarizadas con cada una de ellas. No se trataba de una palabreria incomprensible, sino de un lenguaje inteligible. Jesús había dicho que el evangelio debía ser predicado a todas las naciones, y aquí se hablaron las varias lenguas del mundo. Uno podría ser llevado a la conclusión de que ésta era la manera en que el mensaje sería llevado a las naciones, pero futuros desarrollos lo refutan. Éste es un tercer milagro (el sonido, las lenguas como fuego, los lenguajes no aprendidos). No se puede escapar al hecho de que así es como lo presenta Lucas. 

No tiene uno que sorprenderse si esta ocasión señala el cumplimiento de la Promesa del Padre. Pero no se deben confundir estas señales milagrosas con el Espíritu Santo como pesona. Son meramente pruebas de que ha llegado para llevar a cabo la obra de su misión. El don de lenguas aparece también en la casa de Cornelio en Cesarea (Hch. 10:44–47; 11:15–17), los discípulos de Juan en Éfeso (Hch. 19:6), los discípulos en Corinto (1 Co. 14:1–33). Es posible que el don apareciera también en Samaria (Hch. 8:18). Pero no era un don general ni permanente. Pablo explica en 1 Corintios 14:22 que las «lenguas/idiomas» eran una señal para los incrédulos, y que no debían ser ejercitadas a no ser que hubiera alguien presente que las comprendiera y que pudiera traducirlas. 



Esta restricción elimina automáticamente a las pretendidas lenguas de los actuales movimientos carismáticos o neo-pentecostales, que no son sino jerigonza e histeria. Resultó que en esta ocasión en Pentecostés había judíos de todas partes del mundo, de manera que uno comprendería una lengua y otro otra, sin necesidad de intérpretes como los que serían necesarios en Corinto. La experiencia es idéntica en todos los cuatro casos y no son para edificación o instrucción, sino para adoración, maravilla y culto. Por ello el texto sigue con la afirmacion clara "Según el Espíritu les daba que se expresasen" del Gr. (kathös to pneuma edidou apophtheggesthai autois). Esto es precisamente lo que Pablo afirma en 1 Corintios 12:10, 28, pero de todas maneras el don no debía ser ejercitado sin intérprete (1 Co. 14:6–19). 

Pablo tenía el don de lenguas, pero rehusaba ejercerlo excepto si se le entendía. Nótese aquí el tiempo imperfecto (edidou). Quizá no hablaron todos a la vez, sino consecutivamente. Apophtheggesthai es un verbo tardío (LXX,
profetizar, papiros). Se emplea en el son de un barco cuando choca contra un arrecife. Es empleado para designar proclamaciones ansiosas, elevadas,mapasionadas. 

En relacion a las lenguas, algunos eruditos ha citado instancias en las que se incluye un lenguaje incoherente en otras culturas como paralelos a este hablar en lenguas, sin embargo los supuestos paralelos de los antiguos grecorromanos son debiles. Lucas no presenta este lenguaje como incoherente como bien mencione anteriormente, sino como una adoracion en lenguages ajenas que ellos no conocian, mencionando asi un antecedente del AT en el don del mismo.
El espectáculo a ver fue "lenguas como de fuego", que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de los discípulos. No dice que fuesen lenguas de fuego, sino lenguas como de fuegoEste fenómeno no debe confundirse con el bautismo de fuego (Ver sobre ese tema aqui). Aunque se hace referencia conjunta al bautismo del Espíritu y al bautismo de fuego (Mt. 3:11, 12; Lc. 3:16, 17), son dos acontecimientos separados y diferentes.  El primero es un bautismo de bendición, y el segundo de juicio. El primero afectó a los creyentes, el segundo afectará a los incrédulos. 

Por el primero, el Espíritu Santo vino a morar en los creyentes y a capacitarlos, y se formó la iglesia. Por el segundo serán destruidos los incrédulos. Cuando Juan el Bautista se dirigía a un grupo mixto (de arrepentidos e impenitentes, Mt. 3:6, 7), dijo que Cristo los bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego (Mt. 3:11). Cuando se dirigía sólo a aquellos que estaban verdaderamente arrepentidos (Mr. 1:5), dijo que Cristo los bautizaría con el Espíritu Santo (Mr. 1:8).



¿Cuál es entonces el significado, en Hechos 2:3, de las lenguas como de fuego que se 
repartieron? Las lenguas denotan el habla, y se refieren al don milagroso de hablar en otras lenguas (idiomas) que los apóstoles iban a recibir en esta ocasión. El fuego denota el Espíritu Santo como el origen de este don, y también describe la intrépida, ardiente y entusiasta proclamación que iba a seguir. El pensamiento de una proclamación entusiasta parece especialmente idóneo, porque el entusiasmo es la condición normal de una vida llena del Espíritu, y su resultado inevitable es el testimonio.


El milagro que se iba a experimentar, relacionado con Pentecostés, era el llenamiento del Espíritu Santo, que iría seguido de hablar con otras lenguas. Hasta este momento, el Espíritu de Dios había estado con los discípulos, pero ahora tomó Su residencia en ellos (Jn. 14:17). De este modo el versículo señala un importante punto de inflexión en los tratos de los judíos con los hombres. En el AT, el Espíritu descendía sobre los hombres, pero no como un Residente permanente (Sal. 51:11).

Comenzando desde el tiempo de Pentecostés, el Espíritu de Dios comenzó a habitar de manera permanente en personas: vino para permanecer (Jn. 14:16). En el día de Pentecostés, los creyentes no sólo vinieron a ser morada del Espíritu Santo, sino que fueron también llenados con Él. El Espíritu Santo viene a morar en nosotros en el momento en que somos salvados, pero para ser llenos (Sinonimo a: Controlados) con el Espíritu hemos de estudiar la Palabra, pasar tiempo en meditación y oración, y vivir con obediencia al Señor. Si el llenamiento del Espíritu nos estuviese automáticamente garantizado en la actualidad, no seríamos exhortados con las palabras: «Sed llenos del Espíritu» (Ef. 5:18).

Los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que se expresasen. Por los versículos anteriores, queda claro que recibieron el poder milagroso de hablar idiomas extranjeros reales que nunca habían estudiado. No se trataba de ninguna jerigonza ni de un habla extática, sino de lenguas y lenguajes concretos que se empleaban entonces en otras partes del mundo. Este don de lenguas fue una de las señales o maravillas que Dios empleó para dar testimonio de la verdad del mensaje que los apóstoles predicaban (He. 2:3, 4). En aquel tiempo no se había escrito el NT. Por cuanto tenemos disponible toda la palabra de Dios en forma escrita, la necesidad de los dones de señales prácticamente se ha desvanecido (aunque, naturalmente, el soberano Espíritu de Dios podría aún emplearlos si lo desease). El fenómeno de las lenguas en el día de Pentecostés no debería emplearse para demostrar que las lenguas son el acompañamiento invariable del don del Espíritu. 

Si así fuera, ¿por qué no hay mención de lenguas en relación con los siguientes casos?:

1. La conversión de los 3.000 (Hch. 2:41).
2. La conversión de los 5.000 (Hch. 4:4)
3. La recepción del Espíritu Santo por parte de los samaritanos (Hch. 8:17).

De hecho, las únicas otras manifestaciones del don de lenguas en el Libro de Hechos son:

1. En la conversión de los gentiles en la casa de Cornelio (Hch. 10:46).

2. En el rebautismo de los discípulos de Juan en Éfeso (Hch. 19:6).

Antes de dejar culminar el tema, deberíamos mencionar que hay considerables diferencias entre los estudiosos de la Biblia acerca de toda la cuestión del bautismo del Espíritu Santo, tanto acerca de cuántas veces ha tenido lugar, como de los resultados del mismo.

Por su frecuencia, algunos creen que:

1. Tuvo lugar sólo una vez en Pentecostés. El Cuerpo de Cristo fue formado entonces, y todos los creyentes desde entonces han entrado en el beneficio de aquel bautismo.

2. Tuvo lugar en tres o cuatro etapas en Pentecostés (Hch. cap. 2); en Samaria (Hch. cap. 8); en la casa de Cornelio (Hch. cap. 10); en Éfeso (Hch. cap. 19).

3. Tiene lugar cada vez que una persona es salvada.

Respecto a sus efectos en las vidas de las personas individuales, algunos mantienen que es una «segunda obra de gracia», y que tiene comúnmente lugar después de la conversión, y que deviene como resultado una santificación más o menos completa. Este punto de vista carece de apoyo escriturario. Como ya se ha mencionado antes, el bautismo del Espíritu Santo es la operación por la que los creyentes fueron:

1. Incorporados a la iglesia (1 Co. 12:13).
2. Dotados de poder [capacidades divinas] (Hch. 1:8).

Con esto queda claro, argumentado y evidenciado, en la historia y la biblia, que no es un dialecto espiritual sin sentido, es mas bien idiomas, y que su llenura esta disponible para todo aquel que desee.

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