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7 sept 2015

10 Cosas sobre el Nuevo Testamento que Todos deben saber

¿El Nuevo Testamento fue decidido en el Concilio de Nicea más de 300 años después de Jesús? ¿Cómo fue recopilado el Nuevo Testamento? ¿Quién decidió qué libros añadirle al Nuevo Testamento? ¿Por qué los libros del Nuevo Testamento están en la Biblia?

Hay muchísimas ideas, mitos y rumores que salen a relucir cuando se habla sobre el Nuevo Testamento con escépticos, ateos y otros opositores del Cristianismo. Pero, la realidad es que muchas veces no es como se piensa.

Aquí un resumen de diez (10) cosas que todo Cristiano – y no-Cristiano – debe saber sobre el origen del Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento en el Cristianismo es de suma importancia. Sin los escritos detallados sobre la vida de Jesús, la Iglesia y el día a día del Cristianismo, seríamos teístas – no necesariamente Cristianos. Esta lista de 10 hechos sobre el origen del Nuevo Testamento ayudará a cementar el conocimiento de lo que creemos como cierto y, a su vez, eliminar cualquier duda que alguna persona (Cristiana o no) pueda tener sobre esta parte tan esencial del Cristianismo.

#1: Los Libros del Nuevo Testamento son los primeros escritos Cristianos que tenemos.

Estos libros se distinguen por ser los primeros escritos del Cristianismo que poseemos, así acercándonos a Jesús a la primera iglesia. Si queremos descubrir cómo era el Cristianismo auténtico, lo mejor es dejarnos llevar por los escritos más cercanos al tiempo que estamos estudiando – y los que tenemos son TODOS del primer siglo – la mayoría a menos de 40 años después la muerte de Jesús.

Vale la pena resaltar que hay algunos académicos que argumentan que Los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) son falsificaciones del Siglo II, a pesar de que éste no es el consenso general. Sin embargo, aunque echemos a un lado estos, tenemos los demás 23 libros dentro del primer siglo – cosa que para los historiadores es impresionantemente cerca de la fecha de los hechos descritos. Cabe notar que la fecha no los hace canónicos, sino que todos los canónicos tienen una fecha muy temprana.

Al final, todo Cristiano debe recordar el hecho básico de que los libros del Nuevo Testamento son únicos porque, en sentido general, son los primeros escritos Cristianos que tenemos. No hay anteriores. Como tal, los libros incluídos en el Nuevo Testamento no son tan arbitrarios como algunos piensan, sino que son precisamente los libros que se incluirían si quisiésemos tener acceso a un Cristianismo auténtico.

#2: Los escritos apócrifos fueron todos escritos en o después del Siglo II

Un escrito apócrifo es un escrito que no es parte del canon bíblico. Por lo general, son escritos que se parecen a escritos canónicos, pero no lo son. Hay muchos ejemplos como “El evangelio según Pedro,” “Los Hechos de Juan,” “El evangelio según Tomás” y el notoriamente famoso “evangelio según Judas.” Hay muchos otros, con relatos relativos a los apóstoles y otros personajes que vemos en los Evangelios canónicos (como María, la madre de Jesús, por ejemplo).

Interesantemente, TODOS estos escritos apócrifos son de fechas en o después del Siglo II, muchos en el Siglo III y IV. Los libros canónicos, como se menciona en el Punto #1, son TODOS del primer siglo. Este simple dato derrota la noción de que estos “evangelios perdidos” son los que contienen el Cristianismo verdadero. Además, se conoce que muchos de los escritos apócrifos son falsificaciones y que fueron escritos por personas que no eran los apóstoles mencionados en los títulos de sus evangelios (El Evangelio de Pedro, por ejemplo, no fue escrito por Pedro), ya que muchos de los apóstoles fueron martirizados antes de que aparecieran sus respectivos evangelios.

También muchos de los libros apócrifos contienen cosas que no son a tono con (y, a veces, hasta contradicen) los relatos que son más fidedignos porque fueron escritos más cercanos a los hechos. En el evangelio según Pedro, por ejemplo, Jesús sale de la tumba como un gigante, cuya cabeza toca el cielo, y es seguido por la Cruz, la cual habla. En otro, Jesús mata un niño de la multitud que no lo dejaba hablar.

Al final, aunque los escritos apócrifos son una fuente de estudio interesante en algunos aspectos del Cristianismo, no ofrecen versiones más convincentes que los escritos del Nuevo Testamento. Los libros canónicos (que están en el Nuevo Testamento) son mucho más tempranos en sus fechas y, por consecuencia, más fieles a los hechos dado su cercanía a los mismos.

#3: Los libros del Nuevo Testamento son únicos porque son apostólicos.

Uno de los hechos básicos que los Cristianos deben entender es que el Canon Neo-testamentario está vinculado con las actividades de los apóstoles. Los apóstoles tenían la autoridad de enseñaza de Jesús (Marcos 3:14-15, Mateo 10:14, 20). Pablo describe que el Cristianismo (cuya piedra angular es Cristo, según Hechos 4:11) es fundamentada en los apóstoles y profetas (Efesios 2:20).

Cuando el mensaje apostólico fue escrito – ya sea por los apóstoles o sus acompañantes – esa autoridad encontró su lugar en los libros. Estos libros luego se convirtieron en el Canon. El Canon es un subproducto del ministerio de los apóstoles.

Al fin y al cabo, el Nuevo testamento existe por la creencia de que los apóstoles hablaban en representación de Cristo. Esa creencia, llevó a los Cristianos a valorar los libros apostólicos y éstos fueron los que eventualmente formaron el Nuevo Testamento que conocemos hoy.

#4: Algunos escritores del Nuevo Testamento citan a otros escritores del Nuevo Testamento como Escritura.

Uno de los temas más polémicos sobre el canon del Nuevo Testamento es la fecha en la cual éstos libros fueron aceptados como Escritura – es decir, el momento en el cual se consideraron los libros del Nuevo Testamento como una guía de autoridad para la Iglesia. Críticos y escépticos argumentan que estos libros no fueron escritos con el propósito de ser Escritura y no se utilizaron como tal hasta finales del Siglo II.



Sin embargo, el hecho de que unos escritores del Nuevo Testamento citan a otros escritores del Nuevo Testamento como Escritura es evidencia de que este cuerpo de nuevos libros no fue una añadidura posterior, sino algo establecido desde las primeras etapas del Cristianismo.

El ejemplo más obvio se encuentra en 2 Pedro 3:15-16, en el cual Pedro se refiere a las cartas (plural) de Pablo como “Escritura” a la misma altura que el Antiguo Testamento. No hay ninguna indicación de que se incluyesen las cartas de Pablo al Nuevo Testamento como algo reciente, sino que Pedro lo menciona de forma casual y natural.

Si los escritores del Nuevo Testamento se refieren unos a otros como Escritura, entonces podemos entender que los libros del Nuevo Testamento no fueron un desarrollo posterior de la Iglesia, sino algo innato de los primeros años del Cristianismo.

#5: Los cuatro Evangelios ya estaban muy bien establecidos para el Siglo II.

Cuando hablamos del los hechos que debemos memorizar sobre el canon del Nuevo Testamento, pocos son tan importantes que esta cita de Ireneo, obispo de Lyons, en el año180 d.C.:
“No es posible que los Evangelios sean más o menos de los que hay. Por que hay cuatro zonas en el mundo que vivimos y cuatro vientos principales… [y] los querubines también tenían cuatro caras.” (Haer. 3.11.8)
Ireneo no sólo confirma la canonicidad de los cuatro Evangelios, sino que señala que sólo estos cuatro son aceptados por la Iglesia – todo en una fecha sumamente temprana. Ireneo está tan seguro de éste hecho, que lo compara con elementos de la creación (“cuatro zonas,” “cuatro vientos,” etc)

Algunos escépticos descartan las ideas de Ireneo diciendo que él fue quién se inventó esta idea de cuatro evangelios y que él era el único que sostenía esta idea. Sin embargo, la realidad es otra. Aparte de que en sus propios escritos él no presenta la idea como algo nuevo, sino que otros escritos contemporáneos afirman lo mismo: El fragmento de Muratori, los escritos de Clemente de Alejandría y los escritos de Teófilo de Antioquía, para dar algunos ejemplos. De hecho, hay escritos que lo preceden, como los de Justin Mártir, que hacen referencia y aluden a los cuatro Evangelios.

En fin, la evidencia apunta a que los cuatro Evangelios que conocemos no fueron escogidos de entre muchos otros, sino que ya estaban establecidos desde un punto muy temprano en el Cristianismo.

#6: Para el final del Siglo II, los Fragmentos de Muratori tenían registrados 22 de los 27 libros del Nuevo Testamento.

Este Fragmento contiene la lista más antigua de los libros del Nuevo Testamento. La misma es una lista en griego que fecha para finales del Siglo II. La lista dentro del Fragmento afirma al menos 22 de los 27 libros del Nuevo Testamento: Los cuatro Evangelios, TODAS las cartas de Pablo, Hechos, las primeras dos epístolas de Juan, Judas y el Apocalipsis. Esto significa que en un punto muy temprano del Cristianismo, el núcleo del canon del Nuevo Testamento ya estaba establecido y en su lugar.

¿Y el resto de los libros?

El hecho de que había desacuerdo durante este tiempo sobre los libros “periféricos” no nos debe sorprender, ya que tomó tiempo resolver lo del canon. Sin embargo, esto no tiene implicaciones sobre la más amplia y mayor realidad sobre la unidad que los primeros Cristianos tuvieron en cuanto al “núcleo” de los libros del Nuevo Testamento.



Este “núcleo” ha estado desde muy temprano, de lo cual podemos decir que los debates y los desacuerdos sobre los libros del Nuevo Testamento no incluían una gran mayoría de los libros, sino unos pocos, como: 3 Juan, Santiago, 2 Pedro, et cétera. El Cristianismo temprano no era una libre biblioteca abierta al público, donde nadie estaba de acuerdo con nada, sino que ya había un núcleo sobre el cual todos estaban de acuerdo.

También se puede concluir que la trayectoria teológica del Cristianismo temprano ya se había determinado antes de los debates sobre los libros “periféricos.” Por lo tanto, independientemente del veredicto sobre libros como 2 de Pedro o Santiago, las doctrinas centrales al Cristianismo (la persona de Cristo, la obra redentora de Cristo, la salvación, etc.) ya estaban establecidas. La aceptación o rechazo de libros como 2 de Pedro no iba a cambiar nada de eso.

#7: Los primeros Cristianos utilizaban escritos no-Canónicos.

Hay algunos artículos de revistas o páginas de internet que critican el Canon del Nuevo Testamento, diciendo que los primeros Cristianos citaban de fuentes no-Canónicas con el propósito de hacer menguar la autoridad de los libros del Nuevo Testamento. Es un argumento común que se utiliza para cuestionar la integridad del Nuevo Testamento.

Interesantemente, es cierto. Los Cristianos citaban de fuentes que no eran Canónicas.

Sin embargo, esto no disminuye la autoridad ni la integridad del Nuevo Testamento. Los críticos del Canon Neotestamentario tienden a obviar dos detalles importantísimos:
  • Los Cristianos no citaban estas fuentes no-Canónicas como si fueran Escritura, sino que lo utilizaban como ejemplos, ilustraciones, puntos de apoyo, etc. a la Escritura que sí utilizaban y en la cual se basaban. Era de la misma forma que hoy día un predicador puede citar a autores o filósofos en su mensaje para expresar o ejemplificar un punto a base de la Palabra. 
  • Jamás se citaban fuentes no-Canónicas tanto como las Canónicas. En otras palabras, la incidencia de citas de los libros del Nuevo Testamento sobrepasaba las citas de fuentes no-Canónicas. Por ejemplo, los escritos de Clemente de Alejandría son un ejemplo común que los escépticos usan para probar que los Cristianos citaban de fuentes no-Canónicas. Sin embargo, aunque los escritos de Clemente citan 16 veces de libros no-Canónicos, también cita del Evangelio según Mateo 757 veces. [Bernard Mutschler, Irenäus als johanneischer Theologe (Tübingen: Mohr Siebeck, 2004), 101.]
En fin, sí, los primeros Cristianos citaban de libros fuera del Nuevo Testamento, pero lo hacían de la misma forma que se hace hoy día: no como Palabra de Dios, sino como puntos de apoyo a lo que se conocía que sí era la Palabra de Dios.

#8: El Canon Neotestamentario NO fue decidido en Nicea, ni en ningún otro concilio eclesiástico.

Por muchas razones, ya sea por libros, películas y el internet, se ha popularizado la idea de que los libros del Nuevo Testamento fueron decididos en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C. El problema es que el Concilio que se reunió en Nicea no tenía nada que ver con los libros del Nuevo Testamento. Lo que se logró en el Concilio de Nicea fue lograr articular las creencias sobre la divinidad de Jesús. A ésto se le llamó “El Credo de Nicea.”

La pregunta que inmediatamente surge cuando se desmiente lo del Concilio de Nicea es: “Entonces, ¿en qué concilio se decidieron los libros del Nuevo Testamento?”

En ninguno.

La realidad es que hubo varios concilios que se reunieron que tuvieron que ver con los libros del Nuevo Testamento, pero ninguno de ellos “escogió” algún libro del Nuevo Testamento. Lo que se hacía era afirmar los libros que se entendían ya tenían un rol fundamental en la fe Cristiana. En otras palabras, los concilios declaraban cómo las cosas fueron – no cómo iban a ser.



Estos concilios no crearon, autorizaron ni determinaron el Canon. Ellos reconocieron yavalaron lo que ya estaba establecido.

Este es el punto importante a recordar: El Canon del Nuevo Testamento NO fue determinado por un voto o por un concilio, sino por un consenso amplio y antiguo.

Como dice el historiador escéptico Bart Ehrman: “El Canon del Nuevo Testamento fue ratificado por un consenso extenso en vez de proclamación oficial.” (Lost Christianities, p.231)

Por lo tanto, la realidad histórica de estos libros es que el Canon no es dictado por personas con intereses personales en un cuarto oscuro ni un concilio, sino que es el resultado de años y años de hombres y mujeres de Dios leyendo, utilizando y respondiendo a los libros.

En fin, aunque los seres humanos tuvieron un rol en el Canon, no es el que se típicamente se le atribuye. Ellos no escogieron el Canon, sino que respondieron a él.

#9: Algunos Cristianos dudaban de la canonicidad de algunos libros del Nuevo Testamento.

Este punto es utilizado por escépticos para probar la falta de fiabilidad del Nuevo Testamento. Ellos argumentan que no todos los Cristianos estaban de acuerdo con los libros del Nuevo Testamento. “Si no están de acuerdo sobre el Nuevo Testamento,” argumentan, “¿por qué confiar en algo ellos mismos no saben si confiar o no?”

El detalle más importante sobre esta oposición es que ponen en cuestión la totalidad del Nuevo Testamento y no los muy pocos libros que restaban por afirmar a finales del Siglo II (el tema se tocó en el Punto #6). En otras palabras, los libros sobre los cuales no había acuerdo eran unos pocos y no la totalidad del Nuevo Testamento. Además, los que discutieron la canonicidad de estos poco libros fueron una minoría.

Es importante entender que la historia del Canon del Nuevo Testamento, no fue sin sus momentos difíciles. Se dudó en un punto sobre la canonicidad de las epístolas 2 de Pedro, 3 de Juan y Santiago. De hecho, Dionisio de Alejandría argumentó que el Apocalipsis no fue escrito por Juan y debería ser descartado.

Sin embargo, lo bueno de este tipo de debate es que nos ayuda a recordar que la hostoria del Canon no siempre fue perfecta. No se nos dio el Nuevo Testamento en tablas doradas por un “ángel del cielo.” Dios, por sus propias razones providenciales, decidió entregarmos el canon por circunstancias históricas normales. Y éstas circunstancias históricas no siempre son sin arrugas.

Por último, es importante recordar que la iglesia eventualmente llego a un consenso amplio, profundo y permanente sobre los libros que unos pocos cuestionaban. Después que todo el polvo se asentó en estas discusiones canónicas, la Iglesia estaba muy unida en cuanto a éstos escritos. Claro, a este hecho los críticos no le dan peso, enfocándose en el hecho de que hubo desacuerdos entre los Cristianos. Pero, ¿por qué debemos considerar los desacuerdos entre los Cristianos como más importantes que la unidad entre los Cristianos en este tema?

#10: Los primeros Cristianos entendían que los libros Canónicos se autentican a sí mismos.

Desde el principio, los primeros Cristianos estaban de acuerdo que parte de lo que era fundamentalmente importante en conocer si un libro era de Dios o no tenía que ver con las cualidades internas de ese libro.

En otras palabras, ellos argumentaban que éstos libros tenían ciertos atributos que los distinguían como divinos – que se podía escuchar la voz del Señor en estos libros en particular (recordemos que muchos de ellos caminaron con Jesús). En lenguaje teológico moderno: ellos creían que estos libros canónicos se autenticaban a sí mismos. Como dice Jesús en Juan 10:27: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen.”

Claro, la objeción a este punto nunca falta: “Si las cualidades internas de estos libros existen, ¿cómo se explica que ellos han sido rechazado por muchos? ¿Por qué estas cualidades no son evidentes?”

La contestación está en el testimonio interno del Espíritu Santo. Parte del rol del Espíritu Santo es revelar la verdad (Juan 16:13), sin embargo, gracias a los efectos que el pecado tiene sobre nuestro intelecto (llamado “el efecto noético del pecado”: Romanos 3:10-18), uno no puede reconocer éstas cualidades sin el testimonium spiritus sancti internum: el testimonio interno del Espíritu Santo.

Sin duda, esta contestación no convencerá al no-Cristiano: “¿Cómo es que sólo los que tienen el Espíritu Santo son los únicos que pueden ver la verdad detrás de las Escrituras?”

Aunque la objeción es una justa, si la doctrina del Cristianismo sobre la caída del hombre, el pecado original y la corrupción de corazón son ciertas, entonces lo lógico es pensar que una persona sin el Espíritu Santo no puede discernir la presencia del mismo – como, por ejemplo, cuando éste se presenta en las páginas de un libro.

Es como si una persona que es “tone-deaf” (o incapaz de saber si una nota musical está en el tono correcto) se quejara diciendo: “Eso de entonar es un engaño inventado por supuestos músicos que tienen una habilidad especial para escuchar esas cosas.” Obviamente, independientemente de las protestas, la verdad del asunto es clara: hay tal cosa como entonar, aunque la persona “tone-deaf” lo escuche o no.








Traducido y adaptado de los artículos originales por el Dr. Michael J. Kruger. Se  presentó los puntos expuestos de forma resumida, enfatizando en los argumentos centrales de cada sección. Puedes leer la serie de los 10 artículos originales si desea más información y ejemplos sobre cada punto pulsando el enlace anterior. Los artículos son en inglés.

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