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7 sept 2015

¿Se puede confiar en el Antiguo Testamento?

El Antiguo Testamento (AT) consiste de una combinación de escritos a lo largo de miles de años de historia Judía. Estos escritos delinean tradiciones y teología Judía, que es consistente con lo que conocemos que es cierto. Por supuesto – como la auto-atribuída Palabra de Dios – estos escritos contienen materia religiosa. Interesantemente, estos temas religiosos están atrincherados dentro de un trasfondo histórico con lujosos detalles – como si la gente estuviese allí, siendo testigo a los eventos que describen.

No sólo eso, sino que el Antiguo Testamento se expone a sí mismo para ser probado históricamente. Y eso es algo que no todas las religiones tienen el derecho a decir. Este sencillo hecho nos deja evaluar si estos escritos pueden ser confiados o no.

Los escritos del AT fueron completados en la primera mitad del Siglo V, antes de Cristo. Los manuscritos originales, por supuesto, cayeron víctima a la decadencia. Por lo tanto – así como todos los escritos de la antigüedad – dependemos de las copias de las copias para entender lo que los escritos originales contenían. De ninguna manera esto garantiza que la transmisión del texto llega a nosotros (a través de miles y miles de años) ileso y completamente consistente. Es realístico y justo pensar que aquellos a quienes se les otorgó la tarea de copiar estos escritos (a mano) han cometido errores (sin intención) o han intencionalmente cambiado algo por alguna razón.



De hecho, se ha visto a través de la historia.

Tomemos, por ejemplo, los manuscritos del libro Egipcio “El Libro de los Muertos” (“Book of the Dead”). Los manuscritos difieren desde la Dinastía 18va (1550-1290 A.C.) hasta la Dinastía 26ta (660-550 A.C.). Bloques enteros de escritos han sido añadidos o eliminados – logrando que mucho del significado original de ciertas secciones correspondientes fuera diferente.
Esto pudiese suceder con otros escritos antiguos – a menos que haya una impecable organización y cuidado en el momento de copiar un manuscrito, de modo que sea copiado con exactitud y sin motivaciones alternas.

Claro. Este es el caso del Antiguo Testamento.

Es más descriptivo llamarle “obsesiva diligencia” que “copiar”. La tradición Judía era asignar una sucesión de académicos a la tarea de estandarizar y preservar el texto bíblico para proteger en contra de los errores. La siguiente tabla denota la sucesión a través de los años (es en inglés):

Succession of Scholars Preserving the Old Testament


[Figura 1: Sucesión de Académicos Preservando el Antiguo Testamento]

A través de cientos de años, éstos pudieron preservar con exactitud el texto del Antiguo Testamento. Las directrices de los métodos que utilizaban eran increíblemente efectivas. En el árduo proceso de copiar los textos a mano, se aseguraron de que su trabajo era estandarizado y preciso. Por ejemplo, los Talmudistas (Talmudists, arriba) tenían reglas sumamente estrictas. Cualquier copia que no cumpliera con los requisitos era enterrada, quemada o regalada a las escuelas para leer. Nunca eran oficialmente catalogados ni guardados. Algunas reglas eran:
  • la piel utilizada para escribir tenía que ser de un animal “limpio”
  • la piel tenía que tener sólo una cantidad de columnas
  • cada columna sólo podía tener una cierta cantidad de líneas (no menos de 48, no más de 60)
  • el ancho de cada columna no podía ser más de 30 letras
  • prohibido escribir una letra de memoria (el texto del cual se estaba copiando tenía que estar presente)
  • otras regulaciones similares
El cuidado y la precisión que contenía cada copia era impresionante. Tantas eran las regulaciones y reglas que los escribas tenían para proteger la integridad del texto, que ellos podían detectar una letra ausente dentro de un libro entero. Numeraban los versos, las palabras y las letras de todos los libros. Su cuidado extremo era a causa de su respeto por las Sagradas Escrituras.



Pero, ¿cuán bueno era este proceso en preservar los escritos antiguos? Para poder entender la eficiencia del proceso, tenemos que comparar copias recientes con copias escritas mucho antes que ellas.

Hasta hace poco, los más recientes manuscritos Hebreos del AT eran de 895, después de Cristo (los llamados “Cairo Codex”). Escepticismo sobre su consistencia con los originales era entendible, ya que tanto tiempo había pasado entre la copia y la fecha de los originales. Sin embargo, un descubrimiento asombroso en el 1947 cambió todo eso. Un niño pastor buscando su cabra perdida en Qumran, cerca del Mar Muerto, descubrió una cueva que contenía jarras selladas con rollos de piel envueltos en tela. Subsecuentemente, en cuevas cercanas, otros bien-preservados manuscritos y fragmentos fueron descubiertos. En total, habían unos 40,000 fragmentos, de los cuales 800 manuscritos y fragmentos eran del AT. Lo demás era textos significativos, comentarios bíblicos, textos sectarios, y otros textos de naturaleza apocalíptica y ritualista.

Los Rollos del Mar Muerto (como se llegaron a conocer) incluían dos copias del libro entero de Isaías (con fecha de 125-100, antes de Cristo). Éstos probaron ser idénticos – palabra por palabra – a las copias modernas del 895 d.C., salvo por un 5% de diferencias que consistían de errores obvios de deslices de la pluma y errores ortográficos que no comprometían ni cambiaban el significado. Los Rollos del Mar Muerto resultaron ser importantísimos porque confirman la precisión de los otros manuscritos con fecha más antigua. Además de los libros de Isaías, Los Rollos del Mar Muerto incluían miles de fragmentos representando todos los libros del AT, excepto por el libro de Ester. El texto del AT es también verificado por la Septuaginta – la traducción Griega de las escrituras Hebreas (escritas en 285-246 a.C., conocidas como LXX) y por el Pentateuco Samaritano, del Siglo V antes de Cristo.

El Antiguo Testamento es además confirmado en partes por otros escritos antiguos como los Tárgumes Arameos (parafrases, 500 d.C.), MIshnah (200 d.C), Gemara (Palestinia en 200 a.C; Babilonia 500 d.C) y Midrash (100 a.C – 300 d.c), estudios doctrinales de los escritos del Antiguo Testamento.

Así que, ¿cómo respondemos ante el reclamo que la Biblia ha sido cambiada tanto a través de su existencia?

Aparte de que NO HAY evidencia que apoye ese reclamo, lo que sí se ha probado es lo contrario. Para aquellos que no ignoran voluntariamente las realidades y verdades de que no han habido cambios significantes en el texto del Antiguo Testamento (ni del Nuevo Testamento, de hecho), es perfectamente claro:

Se puede confiar en el Antiguo Testamento.

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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