Una vez que entras en el reino de la perversión sexual, esa pendiente resbaladiza continuará deslizándose.
Esta es la razón por la que Dios le ordena a los cristianos que no tengan nada que ver con aquellos que dicen ser cristianos, pero practican estas cosas (1 Corintios 5: 9-11). Sin embargo, vemos iglesias que abrazan a los homosexuales a un ritmo alarmante, especialmente a los evangélicos, y que suavizan su postura en contra de estas viles afecciones e identidades. Sin embargo, algunas denominaciones están muy por delante de la curva cuando se trata de desviaciones sexuales.
Tres denominaciones notables que han sido completamente cedidas serían la Iglesia Metodista Unida, la Iglesia Presbiteriana de EE. UU. (PCUSA) y la Iglesia Anglicana y Episcopal.
La perversión sexual es el principal pecado que plaga a estas iglesias, seguido del aborto y el feminismo en diversos grados.
Un sacerdote episcopal, sin embargo, ha tomado todo tipo de pecado sexual y lo ha envuelto en una bonita caja y se lo ha presentado al mundo.
Un sacerdote gay recién ordenado, el Reverendo Thomas Brown, quien está fornicando con otro sacerdote varón, fue ordenado obispo de la diócesis de Maine en la Iglesia Episcopal el 22 de junio.
Luego de su ordenación, Brown se refirió a Dios como “ella” en El Credo de Nicea.
No es de extrañar que un hombre homosexual practicante desprecie a Dios por ser quien es; es probable que si este hombre pudiera encontrar una manera de quedar embarazada, lo haría solo para abortar.
Los hombres afeminados, como este sacerdote, se encuentran entre los peores enemigos de Dios y de la novia de Cristo.
No hay absolutamente nada cristiano sobre estos apóstatas, y cualquiera que aún sea parte de estas denominaciones apóstatas debe irse de inmediato, no sea que sea usted un participante en sus pecados.
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