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23 ago 2015

EL DIVORCIO Y NUEVO MATRIMONIO

DIVORCIO Y NUEVO MATRIMONIO
Por: DR. Félix Muñoz



"También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio - MT 5:31-32 (RVR)".


Bajo la ley del AT, el divorcio era permitido en base a Deuteronomio 24:1–4. Este pasaje no tocaba el caso de una mujer adúltera (la pena por adulterio era la muerte, Dt. 22:22). De lo que trata es del divorcio por desagrado o «incompatibilidad». Sin embargo, en el reino de Cristo, todo el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere. Esto no significa que automáticamente se convierta en adúltera; presupone que, al no tener medios de vida, se ve obligada a convivir con otro hombre. Al hacerlo, se convierte en adúltera. No sólo está la primera esposa viviendo en adulterio, sino que el que se casa con la repudiada, comete adulterio.



El tema de divorcio y nuevo matrimonio es uno de los temas más complejos de la Biblia. Es prácticamente imposible dar respuesta a todas las cuestiones que se suscitan, pero servirá de ayuda explorar y recapitular lo que creemos que enseñan las Escrituras. El divorcio nunca fue el propósito de Dios para el hombre. Su ideal es que un hombre y una mujer permanezcan casados hasta que su unión sea rota por la muerte (Ro. 7:2, 3). Jesús puso esto en claro a los fariseos apelando al orden divino de la creación (Mt. 19:4–6). Dios odia el divorcio (Mal. 2:16), esto es, el divorcio no escriturario. No odia todo divorcio, porque Él se describe a sí mismo como habiéndose divorciado de Israel (Jer. 3:8). Esto se debía a que la nación le abandonó para adorar ídolos. Israel le había sido infiel.

En Mateo 5:31, 32 y 19:9, Jesús enseñó que el divorcio estaba prohibido excepto cuando una de las partes había sido culpable de inmoralidad sexual. En Marcos 10:11, 12 y en Lucas 16:18 se omite la cláusula de excepción. La discrepancia tiene probablemente su mejor explicación en que ni Marcos ni Lucas citaron todo lo que dijo. Por tanto, aunque el divorcio no es lo ideal, se permite en el caso en que una parte ha sido infiel. Jesús permite el divorcio en tal caso, pero no lo ordena.

Algunos eruditos contemplan 1 Corintios 7:12–16 mostrando que el divorcio es
aceptable cuando un creyente es abandonado por la parte no creyente. Pablo dice que el que queda en esta situación «no está sujeto a servidumbre en semejante caso», es decir, él o ella tienen la libertad de obtener un divorcio (por abandono). La opinión de este escritor es que este caso es la misma excepción que se otorga en Mateo 5 y 19, o sea, que el incrédulo se va a vivir con otra persona. Por ello, el creyente puede recibir el divorcio sobre una base escritural sólo si la otra parte comete adulterio.



Se mantiene con frecuencia que aunque en el NT se permite el divorcio, nunca se contempla el nuevo matrimonio. Sin embargo, este argumento es una petición de principio. El nuevo matrimonio no es condenado en el NT para la parte inocente, sólo para la parte ofensora. Además, una de las principales razones de un divorcio escriturario es permitir el nuevo matrimonio; si no fuese así, la separación serviría igual. En cualquier discusión de este tema, surge inevitablemente la pregunta: «¿Y qué de las personas que se divorciaron antes de ser salvas?». No debería haber duda alguna de que los divorcios ilegítimos y nuevos matrimonios contraídos antes de la conversión son pecados que han sido plenamente perdonados (p.ej., 1 Co. 6:11, donde Pablo incluye el adulterio en la lista de pecados en los que los creyentes corintios habían participado en el pasado). Los pecados anteriores a la conversión no impiden a los creyentes una plena participación en la iglesia local.

Una cuestión más difícil atañe a los cristianos que se han divorciado por razones no escriturarias y que luego vuelven a casarse. ¿Pueden volver a ser recibidos a la comunión de la iglesia local? La respuesta depende de si el adulterio es el acto inicial de la unión física o un estado continuado. Si estas personas están viviendo en estado de adulterio, entonces no sólo deberían confesar su pecado, sino también abandonar a su actual pareja. Pero la solución de Dios para un problema no es aquella que origine problemas peores. Si para desenredar un desorden marital, se empuja al pecado a hombres o mujeres, o mujeres y niños quedan sin hogar y medios de vida, el remedio es peor que la enfermedad.

En opinión del escritor, los cristianos que se han divorciado de una manera antiescrituraria y que se han vuelto a casar pueden arrepentirse verdaderamente de su pecado y ser restaurados al Señor y a la comunión de la iglesia. En la cuestión del divorcio, parece que cada caso es diferente. Por eso, los ancianos de una iglesia local han de investigar cada caso de manera individual y juzgar en conformidad a la Palabra de Dios. Si en alguna ocasión se ha de tomar alguna acción de disciplina, todos los involucrados deberían someterse a la decisión de los ancianos.

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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