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13 feb 2015

¿Qué debe decir la Promesa en Lucas 23:43?

¿Qué debe decir la Promesa en Lucas 23:43?



Un texto muy usado para referirse a la vida inmediata después de la muerte es la promesa contenida en Lucas 23:43. En este pasaje se nos narra que mientras el Señor Jesús estaba siendo crucificado junto a dos ladrones, uno de ellos le pidió, en un valeroso e intrépido salto de fe, que se acordara de él cuando viniera en su Reino. La respuesta del Señor no se hizo esperar de la manera más solemne, diciéndole: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”

Mucho se ha dicho acerca de esta promesa. Pero algunos grupos sectarios consideran que el texto debe ser traducido de manera diferente, y como ejemplo citamos a los testigos de Jehová, quienes han modificado este verso en su traducción de la Biblia para hacerlo coincidir con sus doctrinas, y han vertido el pasaje de la siguiente manera: “Y él le dijo: Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”.

La razón que admiten es que en el griego de la Biblia no existían los signos de puntuación, y que la coma debe ser rodada para que el texto diga que simplemente el hoy no se refiere al cumplimiento de la promesa, sino al momento en que fue dicha la promesa. ¿Debemos tomar esto así? ¿Qué dicen los conocedores del griego bíblico?

No hay duda acerca de que el diccionario de Vine es una referencia obligada en cuanto al conocimiento del griego bíblico, y que puede explicarnos substancialmente la realidad sobre este asunto. Cuando consultamos acerca del término “Hoy”, Vine nos dice:
“La cláusula que contiene semeron se introduce en ocasiones con la conjunción joti: «que» (p.ej., Mc 14.30; Lc 4.21; 19.9); algunas veces sin la conjunción (p.ej., Lc 22.34; 23.43, donde «hoy» tiene que ser relacionado con «estarás conmigo»); no hay razón gramatical alguna para la insistencia de que deba ser conectado con la afirmación «de cierto te digo», ni tampoco esta idea está demandada por ejemplos ni de la lxx ni del NT; la estructura de la oración dada en la Versión Reina-Valera es la correcta.”

Por si fuera poco, este mismo autor nos presenta otro comentario de igual valía acerca de lo tratado, pues cuando consultamos el concepto del término “Paraíso”, Vine lo define, e inmediatamente pasa a relacionarlo con nuestro texto de estudio, y explica:
En Lc 23.43, la promesa del Señor al ladrón arrepentido se cumplió en el mismo día; Cristo, en su muerte, habiendo encomendado su espíritu al Padre, fue de inmediato en espíritu al cielo mismo, la morada de Dios (la mención del Señor de aquel lugar como paraíso debe haber sido un gran aliento para el malhechor; para la mente oriental expresaba la suma total de bendición). Allá fue que el apóstol Pablo fue arrebatado (2 Co 12.4), y le da el nombre de «el tercer cielo» (el v. 3 no introduce una visión diferente), más allá de los cielos de la creación natural; véase Heb 4.14, con referencia a la ascensión. Esta misma región es mencionada en Ap 2.7, donde el «árbol de vida», el antitipo figurativo del que estuvo en Edén, ofrecido al vencedor, es mencionado como estando en «el paraíso de Dios»; cf. Gn 2.8.”



Al cristiano verdadero, estas palabras para explicar este hecho no le son necesarias, pues cree simple y llanamente a lo que dice la Biblia: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”, sin recurrir a ningún artefugio para desvirtuar el texto o alterar la traducción. Pero hay quienes aún así prefieren confiar en el engaño de que el texto debería decir: “te digo Hoy: estarás conmigo…”, y para ello, Eugenio Danyans, teólogo y escritor bíblico, nos ofrece un interesante comentario:
“Cristo no usa tan absurda redundancia en ninguna otra ocasión. La expresión “de cierto te digo” se encuentra más de ochenta veces en los cuatro Evangelios y es una de las más características de Jesús. En cada caso sigue inmediatamente el mensaje solemnemente anunciado. En ninguna ocasión hay un adverbio antes de la sentencia. No le oímos decir al Señor: “De cierto os digo hoy, el que cree en mí tiene vida eterna”; o bien: “Os digo hoy: antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.”

Para Danyans la cuestión es obvia: Si se traduce como lo hacen los testigos de Jehová, entonces el término “Hoy” estaría de más, y simplemente no haría falta, pues Cristo no sería capaz de cometer un error de tal magnitud en su discurso, y mucho menos cuando sabemos que no lo hizo después de haberse expresado más de ochenta veces con la misma forma gramatical. Para agregar, Nelson aporta su grano de arena a la verdad, y en una de sus muchas obras, el Diccionario Ilustrado de la Biblia, afirma al definir el Paraíso:
“Los judíos asociaban la palabra paraíso con el huerto del Edén. Luego llegaron a creer que los justos al morir iban a un lugar similar al paraíso. Ya en el rabinismo desarrollado el paraíso podría significar: (1) el huerto original del Edén; (2) la morada temporal de los justos muertos entretanto llega la resurrección, o 3) el huerto, morada eterna de los justos.



Por otro lado, los rabinos creían que la gehenna era la morada de los injustos (Seol). La palabra paraíso aparece solamente tres veces en el Nuevo Testamento. En Lc 23.43, Jesús promete al ladrón arrepentido que irá al paraíso ese mismo día, indicando así que es el lugar al que iban provisionalmente los justos al morir. El mismo concepto se halla en la parábola del rico y Lázaro, pero se vale de la figura del «Seno de Abraham» (Lc 16.23). En 2 Co 12.2ss, Pablo identifica el tercer Cielo con el paraíso. Luego, en los últimos capítulos de Apocalipsis es prominente la idea de un hermoso huerto eterno para los justos, pero no se usa la palabra paraíso.”

William Barclay, erudito del griego bíblico y profesor de la Universidad de Glasgow, en una de sus muchas obras traduce el texto de la siguiente forma: “-Te doy mi palabra –le contestó Jesús- que hoy estarás conmigo en el Paraíso.” Y luego, pasa a comentar el texto no interviniendo en su forma gramatical sino en su valor, afirmando:
“La palabra Paraíso viene del persa, y quiere decir “un jardín amurallado”. Cuando el rey persa quería hacerle un gran honor a alguno de sus servidores, le nombraba su acompañante en el paraíso, para que paseara y conversara con el rey en aquel lugar delicioso. Fue más que la inmortalidad lo que Jesús le prometió al ladrón arrepentido: le prometió el honor de gozar de su compañía en el jardín de la corte celestial.”



Hay quienes discrepan de esto debido a que Cristo, cuando resucitó, dijo que aún no había subido al Padre, y que como el Padre está en el Cielo al igual que el Paraíso, entonces el ladrón no pudo haber obtenido el cumplimiento de su promesa. Pero pensar así es pensar irresponsablemente, ya que “queda a nuestra interpretación” el lugar de Dios o el Cielo.

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Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos - Jud 1:3 (RVR).

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