“Ángela”, de 14 años, (su nombre ficticio) fue a mi oficina de consejería por solicitud de su mamá. Ángela había estado mostrando ciertos comportamientos que preocuparon a su mamá, lo que la llevó a investigar las actividades que estaba llevando a cabo su hija. Mientras revisaba el celular de Ángela, ella estaba aterrada de enterarse que su hija ya había sostenido relaciones sexuales con su novio de 16 años de edad.
Ángela es un caso de casi la mitad de los estudiantes de secundaria que ya han experimentado relaciones sexuales. Tristemente, alrededor del 14% de esos estudiantes han tenido 4 o más parejas con actividad sexual en sus cortas vidas.
Nuestros adolescentes viven inmersos en una cultura bombardeada por la sexualidad. La televisión y el cine muestran a hombres y mujeres, desconocidos entre ellos, sosteniendo encuentros sexuales; esto promueve la idea de que no hay diferencia entre el sexo y el amor. Es muy importante que comuniquemos el mensaje de que el sexo inmoral “no es amor”, sino sólo sexo.
“Huye de todo lo que estimule las pasiones juveniles. En cambio, sigue la vida recta, la fidelidad, el amor y la paz. Disfruta el compañerismo de los que invocan al Señor con un corazón puro.” (2 Timoteo 2:22)
1. Peligros del sexo juvenil
Hay muchos peligros para una persona joven que comienza su vida sexual. Los padres están cada vez más preocupados por los temas de embarazo, aborto y enfermedades de transmisión sexual; sin embargo, con tanta mercadotecnia entorno a vacunas para prevenir cáncer cérvico-uterino y medicamentos para tratar herpes, existe una visión errada entre algunos adultos haciendo del sexo entre adolescentes un tema trivial. Una postura bastante peligrosa.
Sumado a problemas físicos que pueden resultar de una actividad sexual en jóvenes, existen peligros significativos a nivel emocional. Por lo general, la sexualidad en adolescentes genera angustia, especialmente en las jovencitas. En la mayoría de los encuentros sexuales entre jóvenes, no existe una “relación” como tal, que respalde el acto sexual. A los adolescentes se les enseña que el sexo es algo más que sólo la satisfacción de una necesidad física y que todo mundo lo hace. La realidad es que ellos no están emocionalmente preparados para mantener relaciones sexuales. Los jóvenes ya están experimentando una serie de emociones complicadas por los cambios hormonales que sufren sus cuerpos, y cuando a eso añadimos actividad sexual, sus sentimientos se intensifican y complican aún más.
2. Impacto emocional
Jóvenes sexualmente activos muestran sentimientos de auto-desprecio e inutilidad. Ángela llegó a sentirse rechazada, deprimida y enojada desde que comenzó a tener encuentros sexuales. Un estudio hecho sobre 8,200 estudiantes, de edades entre los 12 y 17 años, encontró que aquellos jóvenes involucrados en relaciones “amorosas” presentan niveles de depresión significativamente más altos que aquellos que aún no las tienen.
Ángela vivía en un hogar donde la moralidad era importante; su mamá le enseñó a apreciar su virginidad, así que el haber tomado decisiones en otro sentido, estando joven y soltera, la llevaron a sentir un tremendo sentimiento de culpa, vergüenza y pérdida.
“¡Huyan del pecado sexual! Ningún otro pecado afecta tanto el cuerpo como éste, porque la inmoralidad sexual es un pecado contra el propio cuerpo.” (1 Corintios 6:18)
Ángela expresó sentirse atrapada, comprometida en decir “si” al sexo desde el momento en que tuvo su primer encuentro. Describió que se sentía presionada a tener sexo en cada cita que tenía con su novio. Me decía que en sí no le gustaba tener sexo pero no se sentía empoderada para decirle que “no”. Reprimió dichos sentimientos hasta dejarlos en el pasado, se trataba de una actividad social que tanto ella como sus amigas simplemente llevaban a cabo. Conforme pasaban las semanas con nuestras sesiones, Ángela se percató de que la manera en que estaba percibiendo y viviendo su vida sexual la privaba del significado tan bello que Dios guardaba en ello. Aprendió que mientras ella sólo experimentaba la parte de una unión física, el sexo fuera del matrimonio nunca incluiría ese elemento espiritual importante, hermoso – la unidad- que sólo se da entre una mujer y su esposo, bajo el esquema de un matrimonio.
3. Necesidad de los padres
Nuestros niños son bombardeados con todas esas imágenes e ideas erróneas entorno al sexo, desde que despiertan por la mañana hasta que se van a dormir a la cama. Mensajes sexuales se filtran en su música, TV, radio, computadoras, salones de clase, compañeros, fiestas, videos musicales, películas, libros, conversaciones telefónicas, incluso espectaculares en la calle en su trayecto a la escuela. A menos que los padres hablen del tema a tiempo, no habrá un contrapeso a dichos mensajes.
“Y se nos instruye a que nos apartemos de la vida mundana y de los placeres pecaminosos. En este mundo maligno, debemos vivir con sabiduría, justicia y devoción a Dios.” (Tito 2:12).
Los padres son las mejores personas, las más calificadas para hablar a sus hijos con la verdad acerca de temas sexuales. Debería ser parte del entrenamiento que imparten en casa. Los niños necesitan escuchar de sus padres que Dios regala a las parejas casadas el gozo de disfrutar una intimidad. Enseñarles que dentro del matrimonio, una pareja puede tener amor abundante, sin temores. La confianza y el compromiso que se da en el matrimonio hacen posible para ambos, esposo y esposa, disfrutarse entre ellos de una manera libre de culpas, vergüenza, miedo y dudas.
Preguntas de reflexión.
¿Cómo los padres pueden mejorar su compromiso hacia sus hijos adolescentes y así ayudarlos a manejar mejor estos conflictos? ¿Cuáles son algunas maneras de proteger a los adolescentes de las presiones culturales y sociales respecto a ser sexualmente activos?
Escrito por: Julie Ganschow
Traducido por: Jorge De León y Marcela Albarrán
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